Las personas científicas claman por que entendamos la importancia del suelo en la gestión ambiental. Abandonar el monocultivo y frenar el uso de fertilizantes y pesticidas está en todas las propuestas de solución; la denominada “agricultura regenerativa”, se plantea científicamente como el modelo a seguir.
Su principal objetivo es recuperar la fertilidad del suelo sin productos químicos de síntesis, fomentando la rotación de los cultivos y optando por especies vegetales autóctonas, de forma que su ecosistema vuelva a equilibrarse y el terreno recupere la esponjosidad.
Los suelos regenerados adquieren así mucha más capacidad para retener agua. Son además importantes sumideros de carbono al recuperar la vida orgánica en su interior. Pero lo más importante es que, al cabo de un tiempo, proporcionan mayores ganancias en la producción. Uno de los objetivos de Salvemos el Suelo es divulgar entre los gobiernos y empresas agrícolas este aspecto económico.
La dificultad para conseguirlo es la inversión que se precisa para superar los tres o cuatro años necesarios para que un suelo regenerado alcance esta productividad. La visión cortoplacista, reforzada por los incentivos a la producción, está extendida tanto entre los países desarrollados como en los de economías emergentes, dificultando el cambio de modelo necesario. También la presión de la agroindustria intensiva (soya, palma, cacahuete, caucho, entre otros.) es un lastre; sin embargo, la cada vez mayor tendencia al consumo de alimentos provenientes de la agricultura ecológica y de proximidad es un incentivo emergente en el sector agrícola.
Mayor información en: FAO, We are water y Regeneration International.
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